Llega el fin de año, y con él comenzamos a plantearnos nuevos propósitos y metas que queremos conseguir en 2024 o retomar propósitos del año anterior que no hemos alcanzado. Hacer más ejercicio físico, perder peso, ahorrar, viajar, dejar de fumar, dedicarnos más tiempo a nosotros mismos… Estos son algunos de los propósitos más comunes para el Año Nuevo. Por lo general, se trata de metas que queremos cumplir o hábitos que queremos eliminar o cambiar. Sin embargo, la gran mayoría de estos propósitos a menudo se dejan de cumplir al poco tiempo de comenzar o nunca se intentan, pero ¿por qué sucede esto? Hay algunas razones que pueden explicar este abandono de los propósitos o metas que nos hemos marcado para el año que comienza:

  • Establecer objetivos poco realistas, ambiciosos e inalcanzables en un periodo corto de tiempo
  • Plantearse demasiadas metas
  • Que los objetivos que nos proponemos no son nuestros, sino que se tratan de metas que todo el mundo se pone pero que en realidad no tienen un gran significado para nosotros
  • Miedo al cambio y a salir de nuestra zona de confort.

Todos estos aspectos hacen que nuestra motivación por alcanzar o continuar llevando a cabo conductas o acciones a favor de estos propósitos, vaya disminuyendo. No disfrutamos del proceso, aparece frustración, ya que no obtenemos recompensas o resultados más inmediatos, expectativas poco realistas, …

A continuación, os hablamos sobre una serie de estrategias que pueden ayudar a la hora de plantearnos los propósitos para este 2024:

  • Las metas deben ser alcanzables:

Proponer unas metas inalcanzables solo consigue que aparezca frustración al comprobar que no se tiene la capacidad de alcanzar los objetivos. A la hora de plantearte lo que quieres lograr, debes hacer un balance de lo que te gustaría y las aptitudes y recursos con los que cuentas, para que de esa manera te resulte más sencillo comprometerte de verdad con ese proyecto. Además, ten en cuenta que tienes que valorar el tiempo que necesitas para alcanzarlo. Una buena idea es subdividir esa meta en submetas, así podrás ir observando logros poco a poco y viendo que paso a paso te estas acercando a la meta.

  • Busca lo que te motiva:

No te preocupes por los objetivos que se han planteado las personas que se encuentran a tu alrededor, pregúntate qué te motiva, qué te gustaría hacer realmente, qué te apasiona. Así podrás estar seguro de que las metas que te planteas representan verdaderamente algo importante para ti. Si lo que te propones no es coherente con tus valores, lo más probable es que en poco tiempo te desmotives o incluso no seas capaz de disfrutar de tus progresos.

  • Sé realista:

Todos tenemos limitaciones, una serie de recursos disponibles, … Estamos obligados a priorizar. Analiza qué tareas puedes eliminar de tu rutina cotidiana para dejarle paso a las nuevas actividades. Recuerda que casi siempre es mejor apostar por pocas metas pero que sean alcanzables que plantearse muchos objetivos que jamás alcanzaremos.

  • Aprende a fijar objetivos:

A menudo nos fijamos objetivos demasiado vagos, como perder peso o mejorar la relación de pareja. Estos objetivos no se pueden medir por lo que suele ser difícil llevarlos a la práctica y, sobre todo, saber cuándo los hemos alcanzado. Por eso es fundamental que te plantees metas claras, esto te permitirá ser capaz de valorar tus avances y de corregir errores sobre la marcha y, por otro lado, de sentirte bien al ver que vas avanzando.

  • Recompensas inmediatas:

Las recompensas inmediatas son más efectivas a la hora de cumplir objetivos. Elige actividades que te satisfagan de manera inmediata, esto te ayudara a mantener la motivación. Además, la propia realización de la actividad puede ser una recompensa.

  • Céntrate en los logros:

Muchas personas intentan hacer cambios en su vida y se esfuerzan mucho por conseguirlo, pero se desmotivan con facilidad porque solo se fijan en los fracasos. Debes tener en cuenta que todo desarrollo implica pequeños fracasos, es algo normal, lo importante es que te focalices en los logros porque es eso lo que te dará la energía que necesitas para continuar esforzándote.

  • Evita sobre pensar:

Si puedes evitar pensar demasiado en lo que te cuesta hacer una conducta o dejar de hacerla, es posible que tengas más posibilidades de seguir adelante. Una vez que nos ponemos en marcha y establecemos un conjunto de rutinas, éstas comienzan a funcionar de manera automática, de tal forma que ya no tenemos que pensar demasiado en ellas. Los beneficios que hemos obtenido con nuestros nuevos hábitos nos retroalimentan de manera positiva y nos hacen sentir mejor con nosotros mismos actuando como una palanca impulsora para continuar con nuestros propósitos.

  • Evita usar los “debería” o “tendría que”:

Usar la palabra “debería” o “tendría que” es una mala idea, porque a menudo se asocia con culpa, vergüenza y una ausencia de decisión. Además, la palabra debería también implica que lo que estás planeando es una posibilidad, no una realidad.

  • Crea una rutina:

Si planificas tus horarios no te expondrás tanto a la tentación de procrastinar y no empezar a hacer aquello que te habías propuesto. Además, recuerda que si un día (o durante un periodo) te desvías de tu objetivo, o no has cumplido con lo que te habías marcado, no debes desanimarte. Los propósitos y la intención de mejorar cualquier aspecto de tu vida no deben limitarse únicamente a Año Nuevo. Puedes retomar ese cambio de hábito durante todo el año y trabajar en él hasta que lo consigas.