En el frenético mundo actual, donde todo cambia de manera constante y rápida, la idea de tener todo bajo control nos proporciona una sensación de seguridad y protección ante las dificultades diarias. Queremos planificar cada aspecto de nuestra vida, prever cualquier obstáculo y asegurarnos de que todo va a salir bien. Sin embargo, esta búsqueda incesante del control puede generarnos niveles elevados de estrés, ansiedad y cansancio, puesto que muchas de las situaciones que nos pasan en nuestro día a día no dependen completamente de nosotros y están fuera de nuestro control.
¿Por qué necesitamos tener todo bajo control? Existen diversos factores que pueden estar influyendo en esta búsqueda:
- Poca tolerancia a la incertidumbre y miedo a lo desconocido: el no saber qué va a pasar en un futuro puede llegar a ser aterrador para algunas personas y aumentar sus miedos y ansiedad. Por lo tanto, poder controlar las situaciones puede llegar a parecer una solución para reducir esas emociones.
- Ser perfeccionista y tener miedo a fracasar: las personas que suelen ser perfeccionistas y autoexigentes pueden llegar a creer que controlar todos los aspectos de su vida les permitirá poder alcanzar esa anhelada perfección. La realidad es que nunca será suficiente y les provocará bastante sufrimiento y agotamiento físico y emocional.
- Experiencias del pasado: las situaciones negativas o traumáticas que hemos podido experimentar anteriormente pueden llevarnos a querer controlar nuestro entorno para evitar volver a sentir ese dolor.
- Ansiedad: si vivimos con niveles muy altos de ansiedad seguramente intentemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor como una manera de reducir este estrés y mantener la calma.
Es importante recordar que el control puede llegar a ser muy funcional en ciertas situaciones, pero hay que tener cuidado cuando se convierte en un factor limitante que impide adaptarse a los cambios que surgen en la vida diaria o delegar responsabilidades cuando sea necesario. Intentar tener todo bajo control puede llegar a tener consecuencias perjudiciales para nuestra bienestar emocional y físico. Algunas de estas consecuencias pueden ser: desarrollo de estrés y ansiedad, cansancio emocional y físico, pérdida de la espontaneidad y la creatividad o conflictos interpersonales.
¿Qué podemos hacer para reducir esta necesidad de control?
- Aceptar la incertidumbre: reconocer la falta de control como parte natural de la vida. Un ejercicio muy útil y rápido que podemos hacer para tomar conciencia de lo que esta dentro de nuestro control es el siguiente: dibuja un círculo, dentro del círculo escribe las cosas que realmente pueden estar bajo tu control en el presente y fuera del círculo escribe las que están fuera de tu control.
- Practicar la autocompasión: toma conciencia de cuando aparece el crítico interno y comienza a ser más amable contigo mismo. Nadie es perfecto, todo el mundo comete errores y estos son parte del crecimiento personal.
- Practicar mindfulness: puede ayudarte a mantener la atención en el presente y dejar de rumiar aquellas cosas que pueden llegar a pasar en un futuro imaginado.
- Establece prioridades y aprende a delegar responsabilidades.
- Busca apoyo profesional: si la necesidad de mantener todo bajo control está afectando significativamente en tu vida, considera buscar la ayuda de un profesional. Ellos pueden acompañarte y ofrecerte herramientas específicas para manejar esta dificultad.
En conclusión, la necesidad de control puede llegar a generar mucho sufrimiento, reconocerla es el primer paso para alcanzar un mayor bienestar en tu vida. Soltar este control no implica rendirse, significa aceptar la incertidumbre como parte de la vida y confiar en tu propia capacidad para enfrentar los posibles desafíos. Esto te ayudará a reducir la ansiedad y a desarrollar una mayor flexibilidad, creatividad y bienestar emocional.