Llega el buen tiempo y con él se acerca el verano y las vacaciones escolares, una etapa a veces temida por las familias por los cambios de rutina. Pero ¿por qué es importante permitir este cambio?
¡Cambio de rutinas sí, cese de rutinas no! Es importante flexibilizar las rutinas y apostar por los beneficios de dar más libertad a los más pequeños de la casa durante los meses de verano. A continuación, te contamos porqué y te damos algunos tips para hacerlo de forma segura y divertida:
– ¿Se desestabilizará sin rutina? El ritmo que llevamos durante el año escolar a veces es cuanto menos frenético: madrugar, salir corriendo al cole, actividades extraescolares, deberes, planificar el día siguiente… La rutina aporta tranquilidad y predictibilidad, pero también puede generar momentos de estrés y monotonía. Por eso es importante que los niños puedan cambiar sus rutinas en verano, parar el ritmo, tomar aliento y renovar fuerzas. Puedes generar pequeñas rutinas con los más peques para que no pierdan esa sensación de seguridad, pero estas deben ser flexibles y nunca olvides dejar un camino abierto a la improvisación y las sorpresas.
– Si al tiempo libre. A veces nos da miedo permitir que salga de su boca el temido “me aburro”, llenándoles de recursos que a veces no saben ni siquiera elegir. Es crucial que el aburrimiento surja, cuando un niño se aburre potencia su imaginación y comienza a desarrollar estrategias para combatir ese momento de aburrimiento y generar nuevos recursos. Fuera de la estructura cerrada del horario escolar los niños tienen más oportunidades para explorar sus intereses impulsando su creatividad y autodescubrimiento. Además, genera oportunidades de tomar más decisiones por sí mismos, lo cual favorece el desarrollo de su autonomía.
– Tiempo en familia y con amigos. El verano nos ofrece muchas oportunidades para potenciar las habilidades sociales, para que los niños interactúen con otros fuera del contexto habitual de la rutina diaria, ayudándoles a potenciar sus habilidades sociales y conocer nuevas personas. Pasar más tiempo de calidad en familia, realizando actividades juntos que tal vez no caben en el horario escolar habitual potencia los vínculos familiares.
– Tiempo al aire libre. Con la llegada del calorcito un abanico de nuevos planes se abre a nuestros ojos: escapadas al campo, paseos al aire libre, visitas a nuevos lugares… El tiempo al aire libre ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad en niños, la naturaleza tiene un potente efecto calmante perfecto para recargar energía y acumular nuevas experiencias. Además, animar a los niños a jugar y explorar al aire libre aumenta su actividad física y repercutirá positivamente en su salud física y mental.
– Si al aprendizaje experiencial. Los entornos fuera del aula o lugares cerrados, como parques, campamentos, la naturaleza, museos, etc., se convierten en una valiosa experiencia y oportunidad de aprendizaje constante, que será tan educativa como divertida.
Aprovechemos este verano para enseñar a los niños el valor de la flexibilidad y el descanso. ¡Es hora de disfrutar y aprender de manera diferente!